Cuando
leí en la prensa y en los comunicados de los sindicatos que suprimirán
1500-2000 interinos, se me vino encima toda mi experiencia docente de
aquella época. Porque no es demasiado agradable. Y digo por qué.
En
primer lugar, puedes aprobar la oposición y no tener plaza, lo que
significa que te tirarás un par de añitos dando tumbos sin nada estable.
En
segundo lugar, si coges vacante…vale, pero si no, te dedicas a recorrer
los pueblos extremeños, aumentando tus puntos en realidad educativa
extremeña. Eso supone que no puedes preparar nada a medio o largo plazo,
porque no sabes qué tipo de alumnado tendrás el mes que viene.
En
tercer lugar, tienes que ir un día antes, si es que te dejan, a buscar
piso, a decirle a la casera que es por un mes, que no te cobre fianza,
que avisarás si te vas antes porque el titular se incorpora… (Menos mal
que eres profesor y eso da mucha confianza).
En cuarto lugar, coordínate con tu familia para
ver qué haces con el niño, si te lo llevas tu o tu pareja, si lo
dejamos con los abuelos…y mientras tanto pagas el alquiler del pueblo,
la hipoteca de tu casa…y reza para que el otro no sea, también, maestro.
En quinto lugar, cuando llegas al colegio, pues te tienes que adaptar a
lo que hay. Normalmente no hay problemas, porque te acogen con alegría,
pero…hay de todo.
En
fin, somos maestros y profesores que tenemos una vida como todo el
mundo, pero que tenemos que reordenarla cada dos por tres.
Y, ¿qué decir del año de oposiciones? Pufff... Desde aquella etapa estoy muy sensible con este tema.
Soy funcionaria, pero una parte de mi sigue siendo interina.
Piluca.
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